Hugo Pratt. Saint- Exupery.
Hugo Pratt. Saint- Exupery. El último vuelo.
Norma Editorial. 1ª Edición. Julio 1995
ISBN: 84-7904-287-7
Transcribimos el prólogo de Umberto Eco. Es la entrevista emitida por la Televisión Suiza Italiana el 26 de enero de 1995. Saint-Exupéry es uno de los personajes reales más legendarios de la literatura francesa. Creador de EL PRINCIPITO , piloto de aviación durante la guerra,su vida está llena de aventuras y romanticismo. Hugo Pratt le rindió el homenaje definitivo con este álbum,en el que se narran las vicisitudes que vivió durante los últimos días de su vida el escritor,un personaje que, ineludiblemente, nos recordará a la gran creación de Pratt , Corto Maltés, por su carácter de héroe trágico y romántico.
<<No era posible que Pratt no encontrase a Saint-Exupery. Pido disculpas por la doble negación, en caso de que este texto debiera ser traducido a lenguas que no las aceptan. Decíamos: era imposible que Pratt no encontrara a Saint-Exupéry. O bien: Saint-Exupéry y Pratt debíen encontrase antes o después. Primer punto en común: es incierto que Saint Exupéry volara para escribir o escribiera para volar. Y de Pratt diría que es incierto si ha viajado (en personas o sobre portulanos) para contar sus historias para tener un pretexto para viajar (tal vez sólo sobre portulanos). No es un juego de palabras. Ambas cosas son paralelas, escribir, viajar, luego decidir contar tus viajes, después volver a viajar con miras a conseguir inspiraciones para tus escritos, y al final resulta que escribes para tener ocasión de seguir viajando…
Yo lo sé, me ha ocurrido también a mí en términos más modestos. En un momento dado caí en la cuenta de que me apetecía escribir sobre algo porque así tendría un buen motivo para viajar y ver ese algo. Por otra parte, la escritura traza un surco, de derecha a izquerda para algunos pueblos; de izquierda a derecha para otros; luego, vuelta a empezar, pero no es así para las estructuras bustrofedónicas, que proceden al arado, o sea que van de izquierda a derecha, llegan a la derecha, continúan por la línea inferior de derecha a izquierda, y así sucesivamente… escribir es trazar trayectos en el espacio.
Y así pasa con la escritura de los comics: hay comics levógiros, comics dextrogiros; los expertos saben que hay comics bustrofedónicos (acaso por la impericia sintáctica del dibujante) donde una flecha dice «debes pasar a esta viñeta de formato doble abajo a la derecha antes de llegar a la otra de la izquierda, como te sugería tu instinto»
Hay autores que se convierten en mito. Por lo que han escrito, pero también, en cierta medida, al margen de lo que han escrito. A veces su obra se convierte en una glosa de su vida, al menos para los que se dedican a su culto.
No hablamos de Saint-Exupéry: el que sea un mito lo cuenta esta historia de Pratt; no es una reconstrucción de su obra, sino una glosa fantástica a su vida. Pero sospecho que, para muchos de sus lectores, también Pratt se haya convertido en un mito. Tengo purebas. Un estudioso moderado y riguroso (si os dijera quien es, y si conociérais sus obras científicas, os preguntaríais como un visionario de mundos casi matemáticos puede soñar con los desiertos y los océanos de Pratt) al que una tarde le dije que podía acompañarme al bar a conocer a Pratt, soñaba. No creo que quisera ver al autor de tantas historias en continentes lejanos. Quería ver a quién había estado (cómo él, lector encantado) en aquellos continentes.
Que Pratt se sepa un mito (si no él, sus personajes) lo dice el hecho de que gran parte de su obra gráfica más interesante esté dedicada a documentar los mundos de los que nos habla en sus historias. Pratt se glosa. No es inmodestia: hacia aquello que le piden sus lectores. Quieren saber si era verdad lo que había contado.
Volvamos a Saint-Exupéry. ¿Cómo es? ¿Cómo no es? ¿Desaparece en los cielos como un Principito? ¿Dónde ha ido a parar?. No lo sabreís nunca. Quedan sus libros y su leyenda, que va más allá de su obra. No se hubiera formado sin su obra, pero se forma en su derredor, y más allá, y en los márgenes de su obra. Les ha pasado a otros. De forma más trivial a D’annuzio, a Hemingway o a Pasolini (considero que su obra es mucho mejor que su leyenda); de modo más intrigante a ciertos fundadores de religiones (la obra es sólo rehacimiento y comento de los discípulos, el resto es leyenda y ejemplar) No hace falta escribir libros mágicos: en un momento dado, para millones de lectores, Saint-Exupéry no es el autor de El Principito, sino su personaje, y los confines se confunden.
Digo lo siguiente: Saint-Exuèry o es un autor que descubres de joven y te conquista, o lo descubres en el transcurso de la madurez y entonces lo lees con el debido distanciamiento crítico. Yo lo descubrí demasiado tarde, no soy un lector devoto. Lo leo como he leido a tantos otros autores, que intento evaluar históricamente. Pero su leyenda me fascina. Así pues, me gusta que Pratt, a su modo, reescriba la leyenda. ¿Cómo? De manera bastante impalpable. No se sabe bien lo que sucede (si no conoces la leyenda). Se desprende de la obra un perfume a leyenda. ¿Y si la conoces? Te vuelve a cautivar.
Encuentro en los carnets de Saint-Exupéry la siguiente apostilla: En verdad es divertida la paradoja que pone en evidencia los imbéciles. «¿Sabéis por qué cae una piedra?» «Sí, porque es atraída hcia la tierra». «¿Qué quiere decir ‘ser atraida’? «Quiere decir ‘tender a dirigirse hacia’. ¿Qué quiere decir ‘dirigirse hacia’ cuando se trata de la vertical descendente?» «Caer». «Así pues, ¿cae una piedra porque se cae? ¿y te das por satisfecho con esa respuesta?»
Al final de esta historia de Pratt, Saint-Exupéry cae. Al parecer no en vertical, acaso en diagonal, pero no queda claro. Las leyendas están hechas a prueba de imbéciles. Y hasta ponen en crisis a los sabios>> Umberto Eco
El Mundo 4 de enero de 1994
Eh, Antoine… ¿has venido a ver la puesta de sol?
– Pero ¿Cómo es que sigues aquí?
-Vuelve a dibujarme un cordero por favor.
– Ya te lo dibujé la última vez…
– Es que se fue con una estrella…
– ¿Cómo que se fue con una estrella?… Yo nunca escribí eso… Eh principito, ¿adonde vas?
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