Pin el Capitán Haddock con Botella
Pin el Capitán Haddock con Botella
El Capitán Haddock y una botella de Whisky.
Así es como conoció Tintín a este lobo de mar.
A lo largo de los albums, desde que aparece, le vemos borracho en varias ocasiones, algunas fundamentales en la trama. Pero es capaz de renunciar a su Whisky por ayudar a un amigo.
Un retrato de familia: del sitio http://www.free-tintin.net/espanol/personn1.htm
Archibald Haddock, veterano capitán de la marina mercante, hace su aparición en El cangrejo de las pinzas de oro. Después de haber navegado durante más de veinte años con su amigo el capitán Chester, le descubrimos, ya de edad madura, al mando del Karaboudjan, donde su afición a la bebida le ha dejado a merced de Allan, el contramaestre. Es Tintín quien le saca del abismo en el que ha caído: los dos amigos no se separarán ya nunca. El único dato familiar que de él se tiene es que desciende del caballero Francisco de Hadoque, capitán de un buque de la marina real en tiempos de Luis XIV.
Haddock posee un carácter cuando menos expresivo. Es un impulsivo que se deja llevar por el entusiasmo… o por el desaliento. Es muy colérico, pero sus arrebatos son tan espectaculares como breves. A pesar de su áspero carácter, es un hombre muy sensible. Da pruebas de una profunda amistad hacia Tintín, por quien no dudaría en sacrificar su vida, y está muy unido a Tornasol.
El gran vicio de Haddock es indudablemente el alcohol. Por su causa, al principio el capitán no es más que un desecho humano. Desde que entra en contacto con Tintín el problema irá disminuyendo, para convertirse, por así decirlo, en una propensión. Seguirá con su afición al whisky, sobre todo al «Loch Lomond». Haddock es también un gran consumidor de tabaco y se le ve muy a menudo con la pipa en la boca. Durante toda la serie se pasará la mayor parte del tiempo vestido de marino, con un pantalón negro, un jersey azul con un ancla en el pecho y su gorra de capitán.
Salvo en el terreno musical, en el que Haddock se desenvuelve pasablemente bien, no parece poseer una cultura muy amplia. En abierto contraste con esa carencia, resulta verdaderamente impresionante su arsenal de insultos, extraídos de todos los dominios del conocimiento humano. Es sin duda el rasgo que más le caracteriza. Más allá de los «mil rayos» y derivados, pueden enumerarse más de dos centenares, sin contar los «banda de…», «colección de…», «especie de…», «pandilla de…» y «pedazo de…»
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